No hay que hacer ningún esfuerzo para observar que en nuestro mundo se suceden vertiginosamente toda clase de catástrofes naturales. Desfila Japon, Chile, Haiti, Nueva Orleans, Indonesia. ¿Qué tienen en común las catástrofes y las naciones que las padecen? Lo común en todas es que todas sufren y mucho. Las catástrofes naturales han sucedido, suceden y sucederán. Nos sobrepasan, Nos desnudan, dejan al descubierto quiénes sómos, cómo somos, de qué somos capaces y en que podríamos convertirnos si aprendemos de esas fuerzas naturales desatadas. No es nada difícil imaginar que se repetirán tarde o temprano. Un primer aprendizaje es sentir el alivio porque en medio de lo duro, la naturaleza no tiene la intencionalidad de dañarnos, ella es así. El asunto está en el plano humano. El punto está en cómo nos preparamos o no nos preparamos para afrontar lo inevitable natural. Cuando los individuos, los pueblos y naciones no aprendemos de esta característica de la naturaleza se aplica nuestras vidas aquello de: Pan para ahora y hambre para mañana. Vivir hoy, sólo por hoy, sin prever en la medida de nuestros conocimientos y capacidades es algo que no ayuda. –En cambio sí está en nuestras manos organizarnos, cuidarnos unos a otros, para responder juntos ante las catástrofes, que ya están en camino pero no sabemos ni el día ni la hora en que se manifestarán.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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