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lunes, 28 de marzo de 2011

Una oportunidad para despertar


No dudo que el pueblo japonés ha de levantarse y seguir caminando después del colapso sufrido por partida triple: un cataclismo  de 9 grados Richter, el Tsunami arrollador y envolvente con incalculable número de millones de toneladas cúbicas de agua de mar y las emanaciones radioactivas de sus generadores atómicos dañados. Este pueblo nos recuerda que ante los fenómenos naturales devastadores no cabe una respuesta de enojo pues la natura no tiene la intencionalidad dirigida a dañarnos. La natura es así. En cambio, de las obras humanas dañadas podemos extraer aprendizajes para evitar errores, mejorar medidas de seguridad, etc.: una oportunidad. También, y no es una razón menor hemos de pensar cómo nuestro estilo de vida contamina y trastorna al ambiente y el ambiente nos devuelve, de variadas maneras, todo el cúmulo de basura que estamos depositando en los aires, en la tierra y en el aguas de nuestro planeta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Contempladores y actores

Que se levante la luna y el sol se duerma no depende de nuestra voluntad. Somos contempladores de la natura, nada más. Nosotros somos actores de lo humano. Eso requiere nuestra acción, convivencia, compromiso, responsabilidad. Vuelvo a la natura y soy contempador.Eso lo aprendí un día de mi amigo Sögui quien me dijo en tres líneas:

Lirios, pensad
que se halla de viaje
el que os mira.

martes, 13 de abril de 2010

De terremotos, tsunamis y otras energías

No hay que hacer ningún esfuerzo para observar que en nuestro mundo se suceden vertiginosamente toda clase de catástrofes naturales. Desfila Japon, Chile, Haiti, Nueva Orleans, Indonesia. ¿Qué tienen en común las catástrofes y las naciones que las padecen? Lo común en todas es que todas sufren y mucho. Las catástrofes naturales han sucedido, suceden y sucederán. Nos sobrepasan, Nos desnudan, dejan al descubierto quiénes sómos, cómo somos, de qué somos capaces y en que podríamos convertirnos si aprendemos de esas fuerzas naturales desatadas. No es nada difícil imaginar que se repetirán tarde o temprano. Un primer aprendizaje es sentir el alivio porque en medio de lo duro, la naturaleza no tiene la intencionalidad de dañarnos, ella es así. El asunto está en el plano humano. El punto está en cómo nos preparamos o no nos preparamos para afrontar lo inevitable natural. Cuando los individuos, los pueblos y naciones no aprendemos de esta característica de la naturaleza se aplica nuestras vidas aquello de: Pan para ahora y hambre para mañana. Vivir hoy, sólo por hoy, sin prever en la medida de nuestros conocimientos y capacidades es algo que no ayuda. –En cambio sí está en nuestras manos organizarnos, cuidarnos unos a otros, para responder juntos ante las catástrofes, que ya están en camino pero no sabemos ni el día ni la hora en que se manifestarán.