martes, 16 de noviembre de 2010

En esa banca

Les ha de haber sucedido a ustedes como a mí. Estar en un puente, caminar sobre las huellas de nuestros polvorientos caminos del desierto, verse ante una pintura o escultura, pasear por unas ruinas y sentir de pronto que en ese mismo lugar estuvo aquella persona, sí aquella que ha sido significativa en vuestras vidas. Esas coincidencias que en otro tiempo Cortázar llamaría las imantaciones y yuxtaposiciones de vidas y lugares, me estremecen. Cuantos cientos, millares de seres humanos han estado aquí, se han detenido y contemplado lo mismo que yo o tú. Hace un par de años recibí una tarjeta postal –ave en extinción- de un querido amigo y me dijo: quedé cautivado por Praga. Seguí tu invitación y de pronto me vi sentado en la misma banca que lleva ahí tal vez 150 años –en la que tú te sentaste- una banca que mira al puente Karolus sobre el rio y en la cima de la colina el imponente castillo de San Vito. Escuché a Smetana describiendo el rumoroso paso del Moldavia bajo este puente, -Mi Patria o Ma Vlast. Los lugares modificados por la acción de la mano humana, es decir la cultura se prestan a estas yuxtaposiciones de vivencias. Los lugares casi vírgenes, en medio de la natura se prestan para devolvernos la experiencia de quien ha dejado una huella prístina en el mundo. Pensemos en el primer ser humano en el Polo Sur y en el Polo Norte, Colón llegando a estas tierras, o Tenzing y Edmund Hillary en la cumbre del Everest. Después de esas experiencias se suceden las misteriosas imantaciones y yuxtaposiciones de vidas y lugares como decía Julio.

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