sábado, 13 de noviembre de 2010

Palabra , memoria y tecnología

En el comienzo fue la palabra viva. La memoria fue conservada oralmente. Lo importante se memorizaba y pasaba de una generación a otra: cantos, mitos, recuerdos, genealogías, cuentos, rituales, métodos, costumbres, creencias. Un día los humanos fijaron la palabra oral en tablillas de terracota y en toda superficie grabable. Ese día el ser humano se confió en el soporte perecedero de la memoria oral. Pasaron siglos de siglos y el buen Gutenberg mecanizó el recuento de la memoria en su imprenta. En esos días se jubilaron los calígrafos, los amanuenses. La imprenta comenzó su largo reinado. Pero como nada es para siempre, la palabra conoció otro tipo de soportes como la máquina de escribir y hace menos de 50 años los programas de textos de las computadoras u ordenadores. La palabra descansa ahora en soportes alimentados por luz eléctrica o energía de baterías.Esos soportes cambian y se hacen obsoletos y en menos de 30 años vemos que ya no es posible leer nuestros escritos de entonces. El matrimonio más estable dentro de lo cambiante ha sido hasta ahora el de la palabra y el libro. El libro portátil, flexible va con nosotros como nuestra sombra y la palabra descansa en sus páginas. Si una hecatombe nos devolviera a la edad de piedra la única confianza que nos queda, pese a todo, es la palabra oral y la fortaleza de la memoria que aunque no es infinita al menos filtra lo importante gracias a nuestra inteligencia que discierne entre lo que vale la pena y lo que no vale para seguir en esta vida. Espero y deseo equivocarme pero el panorama inhumano presagia que cualquier día podemos volver a la desnuda palabra oral…

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