La fotografía ha revolucionado a los cimientos de la vida humana en nuestros dos últimos siglos. La fotografía es la manera de fijar nuestra mirada sobre el mundo de manera instantánea,como un acto de magia. La pintura es otra mirada, una lenta mirada que lleva tiempo ser aprendida,un largo tiempo a veces. Por otro lado tenemos a la palabra oral que sale de la boca con facilidad -en la mayor parte de los casos- y no requiere de especial práctica.Sin embargo, hay otra manera de ver al mundo y es a través de la palabra escrita. Escribir es una manera de repensar y volver a sentir y después dejar que salgan las palabras de nuestro interior confiando y deseando que ellas reflejen -como un fiel espejo- a nuestra mirada interna, a nuestro pensar y sentir. Bien visto todo este conjunto de caminos, me quedo con una conclusión provisional: ni la fotografía, ni la pintura, ni la palabra que conversa, ni la palabra que se escribe pueden reflejar exactamente la riqueza y la complejidad que tiene cada ser humano en su forma de ver,escuchar y sentir al mundo. Todas son felices aproximaciones a lo que llevamos dentro -que suele ser en muchos casos- “inefable” ,es decir, algo de lo cual no se puede hablar o no hay palabras ni imágenes que lo reflejen exactamente.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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martes, 7 de abril de 2015
sábado, 13 de noviembre de 2010
Palabra , memoria y tecnología
En el comienzo fue la palabra viva. La memoria fue conservada oralmente. Lo importante se memorizaba y pasaba de una generación a otra: cantos, mitos, recuerdos, genealogías, cuentos, rituales, métodos, costumbres, creencias. Un día los humanos fijaron la palabra oral en tablillas de terracota y en toda superficie grabable. Ese día el ser humano se confió en el soporte perecedero de la memoria oral. Pasaron siglos de siglos y el buen Gutenberg mecanizó el recuento de la memoria en su imprenta. En esos días se jubilaron los calígrafos, los amanuenses. La imprenta comenzó su largo reinado. Pero como nada es para siempre, la palabra conoció otro tipo de soportes como la máquina de escribir y hace menos de 50 años los programas de textos de las computadoras u ordenadores. La palabra descansa ahora en soportes alimentados por luz eléctrica o energía de baterías.Esos soportes cambian y se hacen obsoletos y en menos de 30 años vemos que ya no es posible leer nuestros escritos de entonces. El matrimonio más estable dentro de lo cambiante ha sido hasta ahora el de la palabra y el libro. El libro portátil, flexible va con nosotros como nuestra sombra y la palabra descansa en sus páginas. Si una hecatombe nos devolviera a la edad de piedra la única confianza que nos queda, pese a todo, es la palabra oral y la fortaleza de la memoria que aunque no es infinita al menos filtra lo importante gracias a nuestra inteligencia que discierne entre lo que vale la pena y lo que no vale para seguir en esta vida. Espero y deseo equivocarme pero el panorama inhumano presagia que cualquier día podemos volver a la desnuda palabra oral…
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