jueves, 28 de abril de 2011

Modos de Vivir

Fue El viejo y el mar, la película,   -sobre una novela de Ernest Hemingway-  que más me conmovió de adolescente. La aventura de un pescador que se enfrenta en un duelo de vida o muerte con un pez espada que se resiste a morir en la inmensidad azulada del mar. Hemingway se me fue develando como el gran escritor que puesto de pie [1] ante su Remington nos regaló grandes páginas literarias. Inolvidables: ¿Por quién doblan las campanas?, Adiós a las armas, Las nieves del Kilimanjaro, Paris era una fiesta. Su congruencia entre lo escrito y lo vivido le llevó a participar con su obra  en el frente internacionalista de solidaridad con los españoles republicanos en la guerra civil. Hemingway vivió diferentes frentes de combate en la segunda guerra mundial y  sintió la tortura interior de un pasado difícil junto al recuerdo tormentoso de su padre. Han pasado los años y  un día, releyendo a Hemingway, fui encontrado por esta frase que ahora es una clara y serena  luz en mi camino. El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera.



[1] Por una lesión en la  guerra escribía de pie…

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