viernes, 20 de junio de 2014

Hambre y fuego





Para comprender por qué los grandes equipos de futbol de grandes luminarias se convierten en estrellas apagadas hay diferentes opiniones válidas. Unos enfatizan los aspectos adminitrativos,técnicos,económicos, etc. Pero para otros cuenta lo intangible, lo invisible que se resume ,de forma poética en dos expresiones: Hay que tener hambre de competir y ganar y hay que tener fuego en el cuerpo, de la cabeza a los pies. Esto equivale a tener chispa y sin fuego no hay vida, sólo un hielo glacial, la parálisis mortal. Pasados los himnos nacionales, los saludos mutuos, el canje de banderines, la monedita en el aire que tira en árbitro llegamos a la hora de la verdad. Ahí veremos teas encendidas, incendio en la pradera o, en su defecto,escarcha,hielo y desolación. Así sucede con los grandes que renuncian a levantarse luego de caer y a los pequeños que no luchan considerando que su pequeñez ya está sellada. Mantener la llama eterna, es decir, el entusiasmo de los griegos, es el arte del futbol y de la vida misma…[1]





[1] El sustantivo entusiasmo procede del griego enthousiasmós, que viene a significar etimológicamente algo así como ‘rapto divino’ o ‘posesión divina’. En efecto, el sustantivo griego está formado sobre la preposición en y el sustantivo theós ‘dios’. La idea que hay detrás es que cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo es un dios el que entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse, como les ocurría —creían los griegos— a los poetas, los profetas y los enamorados. Todos ellos estaban poseídos por la divinidad y por ello merecían respeto y admiración, pues llegaban a alturas que no podían ni siquiera vislumbrar las gentes de a pie, por no decir pedestres. –Blog de la lengua española.  Alberto Bustos.

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