domingo, 13 de julio de 2014

Algo termina… algo comienza







Domingo 13 de Julio. Stadium de Maracaná, Rio de Janeiro. Partido final Brasil 2014,la copa en juego. Alemania y Argentina. Los dos equipos llegaron jubilosos por sus respectivas victorias que dejaron en el camino a grandes como Brasil, España, Francia, Holanda, Inglaterra, Italia, Rusia  y a medianos y pequeños, pero todos los mencionados hicieron méritos para clasificarse y acudir al mundial. Pasaron los primeros noventa minutos sin ganador. Legaron los dos medios tiempos suplementarios sin ganador hasta que faltando un minuto anotó Alemania y ganó el campeonato. De lo contrario hubiera  estado ante nosotros  la tanda de penaltis para definir su destino. Campeón y sub campeón mundial para  los próximos cuatro años en posesión de la copa y para siempre por la gloria alcanzada por ambos equipos. Al campeón no hay que regatearle sus méritos ni a su digno contrincante tampoco. No faltan opinadores que calificaron superlativamente a Alemania, sin embargo el partido fue todo menos un día de campo, para ninguno de los dos y eso dice de su peso y contrapeso. Un error entre muchos ,de ambos lados, le fue favorable al campeón y se le reconoce y hasta ahí.  Tengo la impresión de que se suele subestimar quedar sub campeón pero cuánto daría, cuánto daría, cualquier país de los nombrados e incluidos por haber llegado a disputar la copa en el último partido. Se quedaron en el camino.  Justo es  que los aficionados, directivos y sobre todo la prensa deportiva y los auto nombrados analistas y comentaristas  deportivos tengan en cuenta otra perspectiva más alla del simple ganar y perder. Justo honor para ambos, generosidad en los juicios y opiniones, aliento para el futuro y gratitud por habernos dejado en sus esfuerzos, en sus raspones y camisetas sudadas, en sus lágrimas y frustraciones, en su hospitalidad y competencia un buen cúmulo de alegría, un buen ejemplo para nuestra vida personal y de equipo  -donde se comprueba que sólos somos poquito , juntos movemos a la montaña y cruzamos el mar. Este escribiente de las Cartas vivirá agradecido de corazón y dirigirá su mirada  en los días por venir, a otros asuntos de la vida en el desierto y a  otros paisajes humanos que esperan por nosotros.




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