miércoles, 9 de julio de 2014

Efecto cascada





¿Alguna vez nos ha acontecido que al sacar un libro, un  plato o una taza, se nos ha venido encima todo  el armario? Le llamamos el efecto cascada. Ya sabemos cómo sigue la escena: levantar los pedazos, las hojas sueltas y volver a empezar. Hubo una causa, tal vez insignificante pero detonó un efecto multiplicado y multiplicador -una cadena de consecuencias. Esa pequeña o pequeñas causas tienen que ser identificadas para poner el adecuado remedio. Así veo, con innegable dolor y tristeza que el dueño de casa, el que se lavó la cara, barrió el patio y sirvió la mesa, terminó  por el suelo arrollado, abatido, sin saber de dónde le llegó de forma apabullante y desbordada una andanada de 7 goles. Sólo le alcanzó la fuerza   para que un muchachito llamado Oscar hiciera un gol bastante decente que dejó sentado al portero Neuer  –quien gozaba pensando que se iría invicto. En nuestra alma latina ,sabemos que lo que sucede en la cancha se reproduce viralmente fuera de ella. Si ganamos los festejos son intensos, sonoros y las plazas se llenan. Pero lo contrario también sucede y en el caso brasilero el tsunami alcanzará, espero equivocarme rotundamente,  niveles de depresión,pesimismo, descontento y hostilidad colectiva, algunos actos llamados vandálicos como expresión de la frustración masiva. Más aún, opinan algunos  analistas, que  los daños golpearán  a los gobiernos locales y al federal. El efecto cascada de un juego de futbol que se sentirá largamente en la memoria afectiva y colectiva de nuestros queridos amigos y hermanos brasileiros.

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