Desde el lejano país de mi infancia mi primera
mirada al mundo fue a través de las palabras de mi abuelo, de su globo terráqueo
y del planisferio. Ahí, en ese mapa inicie mi navegación a la que le restan –quién
sabe- algunas jornadas antes de llegar a buen puerto. Mapas,brújula,sextante,el
sol de día, las estrellas, las galaxias y la luna de noche son mis instrumentos
preferidos y necesarios. Pero los mapas, todos los mapas que han visto mis ojos
me quedan en deuda. Son representaciones del mundo como una obra de teatro, que
al terminar, el rico personaje principal de la escena se despinta, toma su viejo abrigo
,se bebe un café con leche y un panecillo en la esquina, antes de tomar el autobús de la vida real. Mi
querida Wislawa Szymborska, en su amada Cracovia anotó estas líneas al final de
su larga y luminosa vida literaria:
“Me gustan los mapas porque mienten.
Porque no
dejan paso a la cruda verdad.
Porque magnánimos y con humor bonachón
me
despliegan en la mesa un mundo / no de este mundo”.
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