domingo, 7 de septiembre de 2014

Desterrados

R Alberti
Para los seres incontables que amamos el mar, cada regreso es un gozo y no importa la espera hasta que llega el día en que sentimos la sal en el aire, el viento, el sol y las olas nos arropan con su abrazo primigenio. También sucede lo contrario. Ser desterrado del mar y llevado tierra adentro. La misma angustia del pez fuera del agua. Caso similar los migrantes desarraigados por la fuerza del hambre, el odio de la guerra o la represión política. De estos sentimientos dio cuenta el hombre niño que fue Rafael Alberti y que hoy suena tan fresco y nuevo como es el mar eterno.  “…El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre, 
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste 
del mar?
En sueños la marejada 
me tira del corazón; 
se lo quisiera llevar.
 Padre, ¿por qué me trajiste 
acá? Gimiendo por ver el mar, 
un marinerito en tierra 
iza al aire este lamento: 
¡Ay mi blusa marinera; 
siempre me la inflaba el viento
 al divisar la escollera!



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