Visité a un querido amigo en prisión pasado los primeros meses del trauma de entrada fue ganando control sobre ese mundo personal e interior que nadie le había quitado.
Poco a poco le comenzó a llegar uno que otro libro, para iluminar su callejón estrecho y frío en el ha de vivir 8 años.Cada libro, cada hoja de papel para anotar le sirvieron de compañía como un pájaro invernal que canta largamente en un árbol solitario.
Su actitud valiente me hizo recordar a otro querido amigo que anotó lúcidamente: '... atrapo palabras , las encarcelo en un verso, para decir que soy libre de decir lo que quiero...'
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