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sábado, 18 de abril de 2015

Tres estados del alma




Dresden
No hay nada. Con el tiempo aparece algo.Surge un puente, se erige una catedral,se construye una escuela,se edifica un hospital y florece una casa. Alguien lo hizo,manos de albañiles y peones anónimos. Llega la revuelta,se convierte en guerra y en un parpadeo todo se destruye. Escombro, humareda, inundación, sangrado, cenizas,trapos en jirones, astillas de huesos, lágrimas, huesos, pus,saliva,ladrillos, cristales rotos. Construir,destruir. ¿Quién reconstruye?  ahí  llega el mundo invisible y silencioso de manos, ojos, mentes, corazones para  dedicarse a la tarea de reconstruir:levantar lo derruido lo aventado, arrojado, tirado; limpiar lo manchado,deshollinar lo ennegrecido, enderezar lo  torcido, juntar partículas, pegar, esperar, pulir, pintar. Dias,semanas,meses,años.Con esas manos silenciosas e invisibles vuelve a brillar la pintura , la ventana, el sillón,la casa, el puente, la escuela el hospital,Varsovia, Dresden, Hiroshima,el pueblo cordillerano andino borrado por el alud, el terremoto o la aldea de pescadores que fue engullida por el tsunami o las bombas que llovieron del cielo. Manos, piel quemada, huesos fracturados extremidades seccionadas,también se reconstruyen. Heridas del alma, pérdidas, quebrantos, abusos, olvidos están en la lista de los reconstructores. Tres verbos, tres tiempos: construir, destruir, reconstruir.Tres estados del alma.