jueves, 3 de marzo de 2011

Un buen libro


El libro, como lo conocemos, ha experimentado en sus quinientos años de vida desde el invento de Gutenberg una incesante cadena de transformaciones entre las que destaca su democratización, es decir, que los incontables lectores pueden acceder a ellos desde ediciones costosísimas hasta sencillas presentaciones rústicas. Lo que en un inicio fue el privilegio exclusivo de pocos ahora es alimento de millones. Si un día se habló de la multiplicación de los panes y de los peces se puede hablar de la multiplicación de los libros con sus millones de páginas y sus playas galácticas de letras. Desde los tiempos de Gutenberg, los embajadores presentaban a los gobernantes hermosos libros como regalos del país de origen. En tiempos recientes esos regalos tienen mensajes claros o subyacentes como cuando el Presidente de Venezuela regaló a su par de Estados Unidos el libro de Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América Latina. Hoy, sin duda, sigue siendo un hermoso regalo el compartir libros. Para la milenaria China, el libro ha sido un objeto de alta estima y se ha inmortalizado su valor acuñando esta expresión: Un buen libro es una casa de oro.


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