domingo, 17 de marzo de 2013

El valor de las diferencias







Tenía yo escasos 12 años cuando escuché dos hermosos conciertos para violín  -Max Bruch y Félix Mendelssohn- interpretados  por el magnífico Yehudi Menuhin. En ese tiempo sólo podía admirarlo como lo que fue -un solista y director de orquesta espléndido. Pasaron los años y fui descubriendo otras facetas de su vida y entre ellas destaco su dedicación para que la música no se quedara en un placer para los oídos en millones de seres humanos sino que fuera un instrumento para transformar nuestra sensibilidad, iluminar nuestra conciencia y mejorar nuestra relaciones interpersonales. Este buen hombre le dio la vuelta  al planeta y bien supo de las diferencias entre los seres humanos desde pequeños hasta ancianos. Cuando le preguntaron, en cierta ocasión, qué hacer con los niños con la ayuda de la música, comentó con luminosas palabras: Reconciliar al mundo es demasiado ambicioso, pero al menos se puede formar a los niños para ser respetuosos hacia las diferencias, que son lo único que nos permite aprender: Si todos fuéramos iguales, no podríamos ofrecernos nada unos a otros.






No hay comentarios: