martes, 12 de marzo de 2013

Humo negro,humo blanco...


Mientras escribo una buena parte del mundo está expectante del humo negro o el humo blanco en la Capilla Sixtina vaticana que anuncia el no tener o ya tener al nuevo Papa[1].Este método de anuncio me merece admiración pues es tan válido como que alguien escriba, ahora, en una máquina Underwood con carrete de tela entintada o tome fotografías con algún viejo rollo -aún no caduco- o escuche  cantar What a Wonderful World al bien amado Louis Armstrong  en algún nostálgico Long play tocado por una reliquia de tornamesa o tocadiscos con aguja. Para la velocidad de la luz convertida en Twitter,Facebook,You Tube  el sistema del Cónclave  –con llave, a puerta cerrada-  de los votos en papel, escritos a mano, firmados y jurados, depositados, contados  e incinerados en una vetusta estufa se me antoja como ir a caballo cuando podrías hacerlo en un Ferrari por una autostrada italiana a 220 kilómetros por hora. Pero ahí está el encanto de saber tomarse el tiempo para lo que de veras es importante. Da lo mismo si se trata de elegir al Summo Pontifex Romano que guiará los pasos de unos mil trescientos millones de creyentes o elegir al Presidente de China que gobernará a otros tantos millones. A lo importante hay que dedicarle tiempo y los rituales valen en la medida en que permiten meditar, tomar decisiones ponderadas y conscientes de la gravedad que está en juego. Así que, es algo con un toque de belleza esperar en esa gran piazza petrina o ante nuestras pantallas de plasma o en nuestros teléfonos portátiles que se levante una sutil o densa fumatta bianca o nera para anunciarle al mundo que, el sucesor de Pedro y a su vez sucesor de su Maestro del Mar de Tiberíades, muy pronto aparecerá en el balcón para su primera bene dicción o palabras buenas para el mundo. Seguimos y seguiré expectante.  



[1] Un martes 12 de marzo a las 12m,de 2013.

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