viernes, 3 de mayo de 2013

Albañiles en su día






Dios nos da las manos, pero no nos construye los puentes  fue el primer proverbio –inglés-  que escuché en mi vida relacionado con los constructores y con el papel humano en la transformación de  la naturaleza. El segundo proverbio fue de origen ruso y decía así: Quien nunca ha construido una casa, cree que los postes crecen solos. De ahí se deriva uno de los personajes y uno de los oficios más antiguos e importantes en nuestra cultura, el constructor, el albañil  –palabra castellana, de origen árabe al-banní , que designa a la persona hábil y con conocimientos en el arte de construir, modificar, reconstruir y remodelar construcciones. Veamos al horizonte y descubriremos que todo lo que no sea llamado naturaleza es llamado cultura y la cultura es fruto de las manos humanas. Casas, puentes, edificios, civiles, militares, religiosos, gubernamentales, monumentos, carreteras, puertos de tierra, aire y mar, canales y una larguísimo etcétera existen gracias a las manos y el sudor de los albañiles –con la dirección  de los maestros de obra, arquitectos e ingenieros. En este oficio se resumen muchas ciencias y conocimientos prácticos que dan como fruto las obras contemporáneas más atrevidas. Las construcciones y el arte del albañil son   una lección constante de actitudes como el orden para ir paso a paso, la constancia, la perseverancia y la humildad ante los errores además del desprendimiento pues no son los albañiles quienes disfrutan de las obras construidas –las más de las veces sino dueños anónimos.



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