sábado, 28 de septiembre de 2013

Seguridad y libertad






Lo que llevamos andado en el siglo 21 gira en torno al tema de qué tipo de sociedad queremos hacer y ser. Si de sociedades se trata hay para todos los gustos siendo una de las más cotizadas la sociedad anónima donde se juntan los dineros y se desconocen los nombres para el vulgo. La llamada sociedad mundial lleva mucho tiempo como rehén de un dilema esquizoide que se debate entre ¿quieres seguridad o quieres libertad? . El negocio de la seguridad se lleva una buena tajada de todos los bolsillos  –desde alarmas de todo tipo hasta guardaespaldas personales para los poderosos y  rastreadores satelitales subcutáneos para los potentados. El consuelo para  millones de seres humanos dice: el que nada tiene nada teme, nada pierde. En nombre de agudizar ese perverso dilema, las sociedades de la abundancia le apuestan a más seguridad aunque violemos  una y mil veces la libertad  y los derechos de los demás. Al cabo, es muy vieja la máxima de que el fin mío, justifica a mis medios .Y, mientras el mundo siga en ese dilema, seguirá ahondando en su demencia  -siendo que el buen Z Bauman anotó en su pizarrón algo que no queremos comprender y vivir:  “…No es posible ser realmente libre si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad" Lo que hemos logrado hasta ahora es una sociedad de la vigilancia, una sociedad paranoica y del miedo y la gran industria de los sedantes, somníferos, ansiolíticos y narcóticos para calmar el miedo a vivir  -cuyo efecto de horas, asegura el consumo indefinido.


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