Lo que llevamos andado en el siglo 21 gira en torno al tema de qué tipo de
sociedad queremos hacer y ser. Si de sociedades se trata hay para todos los
gustos siendo una de las más cotizadas la sociedad
anónima donde se juntan los dineros y
se desconocen los nombres para el vulgo. La llamada sociedad mundial lleva
mucho tiempo como rehén de un dilema
esquizoide que se debate entre ¿quieres seguridad o quieres libertad? . El
negocio de la seguridad se lleva una buena tajada de todos los bolsillos –desde alarmas de todo tipo hasta
guardaespaldas personales para los poderosos y rastreadores satelitales subcutáneos para los
potentados. El consuelo para millones de
seres humanos dice: el que nada tiene nada
teme, nada pierde. En nombre de agudizar ese perverso dilema, las sociedades
de la abundancia le apuestan a más seguridad aunque violemos una y mil veces la libertad y los derechos de los demás. Al cabo, es muy
vieja la máxima de que el fin mío, justifica a mis medios .Y, mientras el mundo
siga en ese dilema, seguirá ahondando en su demencia -siendo que el buen Z Bauman anotó en su
pizarrón algo que no queremos comprender y vivir: “…No es posible ser realmente libre
si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad" Lo que hemos logrado hasta ahora es una sociedad de la vigilancia, una sociedad paranoica y del miedo y la gran industria de los sedantes, somníferos, ansiolíticos y narcóticos para calmar el miedo a vivir -cuyo efecto de horas, asegura el consumo indefinido.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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sábado, 28 de septiembre de 2013
viernes, 9 de noviembre de 2012
Fácil y difícil
Uno de mis temas favoritos es el libro, los libros y el café. Hace unos
días leí una deliciosa conversación entre el gran profesores Umberto Eco y
Diego Massei de La Nación de Buenos Aires. El fragmento que cito tocó el tema
de las pérdidas –claro, en el mundo
de los libros. Dijo Eco: Sí, yo no soy un pesimista. La semana pasada
había perdido esto -un pen drive- y podían desaparecer todas mis labores de los
últimos treinta años. Estaba desesperado, pero después lo encontré. Es
facilísimo perder este pendrive, pero es muy difícil perder toda una
biblioteca. Sabemos que un pendrive es un objeto diminuto que encierra
mundos de información ,bibliotecas
completas si se quiere y también sabemos que el agua y el fuego –en forma de
inundación,aguacero e incendio- ,son enemigos mortales de toda biblioteca. Sin
embargo nuestra fantasía infantil nos
permite gozar con la supuesta seguridad de las bibliotecas sobre las memorias
portátiles o pendrive.
miércoles, 16 de febrero de 2011
Día y noche
Para nosotros la vida se divide en día y noche. De día solemos sentirnos seguros y cómodos. Hemos aprendido, por otro lado, que la noche es sinónimo de inseguridad y miedo, aunque la noche por sí misma es sólo eso, noche, como el día es día. De aquí que desde niño me inquietaba imaginarme que sería para los árboles, las aves, los caballos y los perros el que viniera la noche y transitaran por ella. Entre todos los seres vivos me quedo con los árboles. Los árboles grandes, medianos y pequeños ignoran nuestros miedos e insomnios nocturnos y mientras sus raíces y sus ramas conversan, duermen ahí muchos pájaros que encuentran el cobijo en ese follaje materno.
martes, 29 de junio de 2010
Cita infalible
Otro rasgo que me llama la atención de nuestra manera de ser humana es la búsqueda empeñosa de seguridad. Seguridad en los dineros, seguridad en la salud, seguridad en los amores. Y el tiempo y los días nos enseñan que esas seguridades son espejismos en la navegación por estos mares desérticos. Pese a todo, hay algo inefable, hermoso, consolador, balsámico y dulce para quienes andamos de trashumantes en esta tierra que nos llega, cada mes, y la honda voz de Benedetti nos lo recuerda:
En el jardín, noche a noche la luna,
besa los árboles
En el jardín, noche a noche la luna,
besa los árboles
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