viernes, 8 de agosto de 2014

Para el alma y el cuerpo




No hay iglesia mexicana sencilla o suntuosa que no cuente con su puesto de garnachas o antojitos rebosantes de gracia y de grasa –y mejor si es a la caída del sol para entrarle con singular entusiasmo a la oferta desplegada. La gente primero va por el alma, para agradecer,celebrar,pedir perdón, auxilio o aceptación de las partidas inevitables. La gente va por lo segundo y derechito se dirige al puesto para darle un mimo al cuerpo –porque al alma ya le dio lo que necesitaba en el recinto de los cielos-  Será esquite, elotes asados, camotes, elotes con mantequilla,crema,queso y chile,gorditas,tamales,tacos diversos ,todo es bienvenido para dibujarnos una recatada sonrisa de panza llena y corazón contento y sígale para su casa. El cielo y la tierra se hermanan en el atrio de las iglesias mexicanas. He de anotar que junto a la comida, toda iglesia atare a esa invisible familia de necesitados, el anicano,el enfermo, la viejita, el niño sin padres, el hombre cuyas facultades mentales viajan por otros reinos que no son el terrestre. Ellos tienen a la Iglesia por casa y cada casa tiene a esa familia que aparece y desaparece al compás de las horas y del tañido de las campanas…  


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