Durante siglos los humanos pensábamos y
dábamos por hecho que la inteligencia era una y única y además referida
exlusivamente a la habilidad para el pensamiento matemático. En la segunda
mitad del siglo pasado se descubrieron al menos siete formas de comprender la
realidad y se ensanchó nuestro panorama.
La inteligencia emocional, musical, literaria,
espacial, kinestésica, cromática, han enrtiquecido nuestra manera de ser en el
mundo. Ahora en el siglo 21 necesitamos dar un paso más allá y comprender que
no basta con la sola inteligencia racional y la inteligencia emocional.
Necesitamos una ética donde las
inteligencias aprecien a todas las formas de vida además de la humana. Aprecio
y respeto por todas las formas de vida en nuestro planeta, para cada especie de
seres vivos de agua, tierra y aire.
No hemos de ser solamente respetuosos
sino “vigilantes guardianes” de la vida
-que es el concepto hebreo de “responsabilidad” personal social- .
Entonces daremos un gran paso como humanidad sintiéndonos que formamos un
Todo. Ahí estará la gran raiz, la poderosa raiz que no permitirá que nos
sintamos solos, aislados, desenraizados de la vida y lejanos de los demás
humanos y de los demás seres vivos.
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