domingo, 27 de diciembre de 2015

Mensaje de la mano




Visité la casa-estudio de Diego Rivera, el gran Diego. Tanto se ha escrito y se escribirá sobre Diego y siempre tendremos una nueva luz sobre ese gran mexicano universal. Cuando decimos Diego, brota de su lienzo el pintor cuya mayor pasión en la vida fue pintar. Para casi todo estuvo preparado Diego: para la pobreza, para la abundancia, para la carencia, para el amor y el abandono. Pero llegó un día envuelto en bruma, como un cansado barco que jadeante acodera en el muelle. Ese día sabido, temido en parte, llegó. Todo se resumió en una breve expresión: Al gran Diego, ese día, su mano no le obedeció. En ese espejo me veo, en ese espejo nos veremos.


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