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lunes, 15 de febrero de 2016

José Manuel




Fuente: L´Osservatore Romano
José Manuel se llama un niño que padece leucemia aguda. Vive sus días en una área especial del hospital pediátrico “Federico Gómez”  de la Ciudad de México –un niño entre 800 niños con padecimientos similares.  El Papa Francisco y José Manuel se encontraron en ese recóndito lugar del segundo piso de oncología pediátrica. Ese encuentro nos permite comprender que junto a los medicamentos y cuidados de médicos, enfermeras y personal auxiliar está el toque de ese bálsamo potente que es el cariño que el mismo personal deposita suavemente en el cuerpo y en el alma dolorida de ese niño y de todos los niños. Ese fue el bálsamo de Francisco. José Manuel le obsequió la camiseta del equipo universitario “Pumas” con el número 1 y el nombre Francisco en la espalda –sabedor que el Pastor visitante es seguidor del San Lorenzo de Almagro en su  ciudad natal  de Buenos Aires. La buena noticia es que todos guardamos con nosotros una porción de bálsamo que espera que lo ofrezcamos a quien más lo necesite.


domingo, 27 de diciembre de 2015

Mensaje de la mano




Visité la casa-estudio de Diego Rivera, el gran Diego. Tanto se ha escrito y se escribirá sobre Diego y siempre tendremos una nueva luz sobre ese gran mexicano universal. Cuando decimos Diego, brota de su lienzo el pintor cuya mayor pasión en la vida fue pintar. Para casi todo estuvo preparado Diego: para la pobreza, para la abundancia, para la carencia, para el amor y el abandono. Pero llegó un día envuelto en bruma, como un cansado barco que jadeante acodera en el muelle. Ese día sabido, temido en parte, llegó. Todo se resumió en una breve expresión: Al gran Diego, ese día, su mano no le obedeció. En ese espejo me veo, en ese espejo nos veremos.


viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Qué pasa con los otros?



Un hijo de un amigo muy querido en el pueblo cayó gravemente enfermo y los médicos y la gente pensó que no sobreviviría. La gente del poblado pequeño quería mucho al niño y se reunió en la capilla del pueblo  -durante algunas tardes-  para rezar por él y para que recuperara la salud y volviera la alegría a su familia. Cuando el niño dio señales de mejoría ,la gente fue con su papá a felicitarlo,pero el papá del niño estaba triste. La gente le preguntó por la causa de su tristeza y el papá dijo: Mi niño querido ha mejorado gracias a que ustedes se reunieron y rezaron y se los agradezco de corazón ,pero ¿qué pasa con los otros niños?.  Cuando se enferman la capilla no tiene gente que se reuna, ni que rece por ellos.  -Historia del desierto que me contó mi amigo David.


sábado, 13 de diciembre de 2014

Tusitala,una mente serena

Robert Louis Stevenson conocido también Tusitala  -el contador de historias-   como le llamaron los aborígenes de Samoa con los que vivió en uno de sus tantos viajes que fue un semillero de inspiración para sus novelas de aventuras, crónicas, ensayos,obras de teatro. Este hombre luchó casi toda su vida adulta con la tuberculosis, la secuela de una tos que no le dejaba y dolores de cabeza crónicos. Pese a todo ello fue incansable para escribir con un dedicación total. Sólo así se comprende un párrafo autobiográfico que transparenta una notable discreción  sobre lo que fue su día con día: Las mentes serenas no se sienten perplejas o temerosas y van, sea con fortuna o infortunio a su propio paso como el tic tac de un reloj durante una tormenta. 



-Robert Louis Stevenson

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Pastillas del paraíso



Llegó mi buen amigo Roberto  con su puntualidad característica y pedimos dos tazas de humeante espreso. Además pedimos dos vasos de agua sin hielo. Antes de iniciar nuestro esperado ritual extrajo del bolsillo de su saco una cajita de plástico transparente con siete compartimientos  para las pastillas de la semana. Sin mediar pregunta de mi parte el se burló de su accesorio y me dijo: “Aquí traigo mi farmacia ambulante. Para dormir, para proteger la mucosa estomacal e intestinal, para la presión alta, para la depre, sí, ¡la depre!”
Me sonreí y le dije: ¡Salud!   - “El  café es mejor medicina que toda esta porquería”, continuó. Por último aventuré una pregunta: ¿Si tus pastillas hablaran con nosotros ,qué nos dirían?  Se acarició el bigote y me soltó estas cuentas ensartadas: “Somos la promesa del paraíso químico. Somos calladas, suaves, no hacemos más que navegar con un vaso de agua y llegamos a donde hacemos nuestro trabajo. Somos útiles para el insomnio, para el dolor, para después del pleito conyugal y el enojo en la oficina. Calmamos los nervios  en los velorios , en la estación de policía. Nos acarician para suavizar la mala noticia, curar el desamor, y el miedo al temblor. Si eres aventurero te tranquilizamos si eres  una plasta en la cama y en el sillón te activamos. Nosotras te llevamos a un reino donde no hay Dios pero tampoco  hay Infierno. Es un paraíso con nubes  en donde sueñas por igual que estas vivo estando muerto o que esas muerto pero estás vivo….el paraíso químico”   Volvimos al plano de la pequeña mesa, su café ya estaba frío. Le hice un guiño y nuestro mesero nos trajo otros dos  espresos  humeantes para beberlos sin pausa pero sin prisa  - como amerita ese grano de oro cosechado en nuestros amados cafetales mexicanos.



lunes, 11 de agosto de 2014

Tesoros,Pedacitos




GPH
Por aquellos días del festejo futbolero que nos llevó un mes de nuestra vida  -en un ritual cuatrienal-   me llegó un conjunto de historias de vida de un amigo brasilero entre las cuales esta una muy querida para mi, Mis tesoros, y  la comparto.

Es la historia de Horacio Dos Santos paciente de un psiquiátrico de Sao Paulo quien dejó lo siguiente en una hoja, mínima ,de papel de reuso

Una hoja seca, de un árbol
Una hoja de un libro
Una envoltura de papel de regalo
Un pedacito de espejo
Una plantilla de una zapatilla
Un botón de un saco militar
Una peineta grande de mujer
Una lata que fue de sardinas
Una bolita –canica- de vidrio
Lo que está vivo se gasta y se convierte en pedacitos
Tengo toda la historia del mundo
Lo nuevo y entero no ha sido vivido y más bien
está muerto para mis ojos.