Visité la casa-estudio de Diego Rivera, el
gran Diego. Tanto se ha escrito y se escribirá sobre Diego y siempre tendremos
una nueva luz sobre ese gran mexicano universal. Cuando decimos Diego, brota de
su lienzo el pintor cuya mayor pasión en la vida fue pintar. Para casi todo
estuvo preparado Diego: para la pobreza, para la abundancia, para la carencia,
para el amor y el abandono. Pero llegó un día envuelto en bruma, como un
cansado barco que jadeante acodera en el muelle. Ese día sabido, temido en
parte, llegó. Todo se resumió en una breve expresión: Al gran Diego, ese día,
su mano no le obedeció. En ese espejo me veo, en ese espejo nos veremos.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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domingo, 27 de diciembre de 2015
viernes, 15 de octubre de 2010
No sabíamos
Un día, alguien pintó,
otro día alguien compuso una canción,
otra noche fue el nacimiento de un poema.
Así sucedió, un día fueron jóvenes y desconocían su destino que hoy admiramos convertido en
el gran escritor,
el gran pintor,
el gran músico -igual hombre que mujer, igual mujer que hombre.
Uno expresa lo que siente que debe salir y volar para convertirse en palabra de otros y canción de otros labios, Mis Cartas no son la excepción. Mientras juego con las palabras recuerdo a Marina que nos dejó estas líneas:
Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa.
otro día alguien compuso una canción,
otra noche fue el nacimiento de un poema.
Así sucedió, un día fueron jóvenes y desconocían su destino que hoy admiramos convertido en
el gran escritor,
el gran pintor,
el gran músico -igual hombre que mujer, igual mujer que hombre.
Uno expresa lo que siente que debe salir y volar para convertirse en palabra de otros y canción de otros labios, Mis Cartas no son la excepción. Mientras juego con las palabras recuerdo a Marina que nos dejó estas líneas:
Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa.
[1] Marina Tsvatáieva (1892-1941)
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