Le preguntaron a José Saramago su opinión sobre la salud
del ser humano contemporáneo -de la
segunda parte del siglo XX y los años que llevamos del nuevo siglo. Las tres enfermedades del hombre actual son
la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo
personal. Bien visto, las enfermedades son producto de haber exagerado o
haberse excedido en algo. Nuestro siglo es el de las comunicaciones
instantáneas y ahí está que hace 40 años visitábamos religiosamente la oficina
de correos y de vez en cuando el telégrafo. Hoy todo es ultra rápido, y se
resumen en mensajes como los sms, los diálogos o chats, los teléfonos inteligentes,
las video conferencias pero la incomunicación humana de “centro a centro” ha
crecido exponencialmente. La soledad es masiva Las tecnologías, formidables en
su origen, se han convertido en fines en sí mismas y nos seducen para vivir en
un torbellino de consumo sin medida y sin término en el horizonte. La vida
humana pasó de ser un proyecto grupal, de clan solidario, a una competencia
individual centrada en el triunfo por el
triunfo mismo.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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martes, 25 de junio de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
Caer bien
A una buena parte de los seres humanos
nos interesa y nos ocupa el tema de nuestra reputación,
es decir, que los demás seres humanos nos tengan en buen concepto y hablen bien
de nosotros –sobretodo cuando pensamos que somos gente que pretende ser honrada. Y este interés y
esta ocupación puede tornarse en preocupación y ansiedad en algunas etapas de
la vida. Pese a todo lo dicho es más importante que andemos en paz con nosotros
mismos pues los demás sólo conocen una parte pequeña de nuestras vidas y no tienen
acceso a nuestra verdadera intencionalidad
que guía a nuestras acciones ,errores y omisiones. Recuerdo a Don Miguel un
buen maestro de filosofía quien nos regaló un buen antídoto para este problema:
No te preocupes demasiado
por lo que dicen de ti, ni siquiera Dios ha logrado caerle bien a todo el mundo [1].
Recordar esta frase ha sido un regalo y
me ha dibujado una sonrisa.
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