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jueves, 10 de diciembre de 2015

Pulir y ser Pulido...

Para ser necesitamos de nuestros padres y así nació la cadena de interdependencias. Todos necesitamos de todos y eso es evidente en la infancia y en la ancianidad avanzada. Durante todo lo largo del camino de la vida, hemos experimentado transformaciones en nuestro ser y en gran medida es  gracias a las 'interacciones'. Séneca fue un gran observador de nuestra vida y de la naturaleza humana sin retoques y anotó esta sabia reflexión: "Una gema no puede ser pulida sin fricción, ni un hombre puede crecer sin pruebas"Son las pruebas de la vida quienes despiertan el potencial latente que habita en nosotros y nos permite crecer y avanzar.



martes, 18 de diciembre de 2012

Horas de vuelo




Antoine de Saint Exupery. Life Mg
La navegación en tierra, aire o mar me ha cautivado desde niño. Concebir en mi mente las distancias y las velocidades que si en millas kilómetros o nudos me inició en el gusto por los números. Luego me entusiasmó considerar que los navegantes del aire miden su historia no tanto por los kilómetros o millas recorridas sino por las horas de vuelo y esa es la referencia acumulativa para hacernos una idea sobre su experiencia. ¿Cuántas horas en el aire? ¿Cuantos despegues y aterrizajes y cuantas pruebas y desafíos superados? Un buen amigo que comparte los mismos intereses me comentó respecto de sus vuelos: La madurez no se mide en años vividos…sino en daños superados [1]. Lo que hace apasionante y valiosa la vida de los navegantes  arriba o abajo es la habilidad y fortaleza para superar los imponderables, los  percances y daños.






[1] Inspirado por un amigo guitero, Christopher´s

miércoles, 16 de marzo de 2011

La gran prueba

¿Cómo saber qué es verdadero? fue la pregunta de nuestro profesor Don Onorio Ferrero en la universidad. Se hizo el silencio, el gran silencio. Un compañero que estaba en la última fila y nos sobrepasaba en edad y madurez levantó la mano y dijo: Me crié con mis padres durante siete años en un pueblito de Indochina. Un día conversé con un monje budista y le dije que me habían criado católico y cómo sabría yo si lo cristiano o lo budista  contenían lo verdadero. El monje me dijo: la verdad es lo que soporta la prueba de la experiencia. Confieso que desde ese día, en esa inolvidable clase, inicié el largo camino de no discutir sobre si esto o aquello es verdadero sino tratar de confirmarlo o negarlo desde mi propia experiencia. Sin duda, el concepto de autoridad, en las cosas humanas, aceptada ciegamente  salió por la ventana de mi vida y entró como brisa fresca la oportunidad de someter todo a la prueba de la experiencia personal.