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martes, 9 de diciembre de 2014

Escribir y vivir

Hay una afirmación muy conocida que dice: el orden de los factores no altera el producto. Es una afirmación válida en el campo de los números  -mas no en otros aspectos y dimensiones de la vida humana que requieren del factor indispensable conocido como experiencia  de la vida. Cuando se trata de escribir se precisa de una mínima  experiencia  de lo contrario, como anotó Thoreau: Cuán vano es sentarse a escribir cuando todavía no te has levantado para vivir,  o como decían nuestros abuelos: "primero es vivir y después hacer filosofía" 

jueves, 3 de abril de 2014

Los caminos

GPH
Cada ser humano, en su ambiente natural tiene su sabiduría particular. Nuestros viejos sabios del desierto conocen los caminos en la arena, los senderos del viento, el viaje de las lámpara como el sol de día y las estrellas de noche y presienten cuando llega la nieve. Esta gente nos ha enseñado lo que se sabe en otras partes de nuestro planeta: No trates de enseñarle a un león los caminos de la selva.

viernes, 5 de abril de 2013

Tres en uno







Mi primera clase de geometría plana fue en casa pues le pregunté a mi abuelo qué era un triángulo isósceles. Con su habitual paciencia, afecto y didáctica centrada en el paso a paso y aprender por la experiencia me llevó a un grueso tomo de la enciclopedia familiar y abrió en la página dedicada a la pastelería. Sí, a la pastelería y no sólo aprendí a distinguir entre un triángulo con su tres lados iguales del que no los tiene sino que, de paso, recibí un paseo por toda la geometría básica  cuando me dijo:  “Observa, la caja de los pasteles o tortas es cuadrada, la torta es redonda y cada porción de ella es un triangulo de los llamados isósceles porque tiene dos lados iguales y más largos con ángulos iguales   y el tercero lado es el más corto”. Desde ese momento jamás se borró de mi mente la geometría que la torta de chocolate y su caja  mostraban. Un perfecto tres en uno.







martes, 25 de diciembre de 2012

Una noche







25 diciembre
El día pasa, llega la noche. Un hombre, su mujer embarazada. Buscan posada. Nace su hijo. Ahí comenzó la historia formidable entre tres. A partir de entonces unos reconocieron en ese niño la presencia humanizada de la divinidad. Para otros, ese niño fue otras cosas más como profeta, líder de masas, santo, místico, luchador social etc. Sea como fuere, esa sencilla historia de tres ha dejado una huella indeleble en la conciencia humana. A más de veinte siglos de distancia creo que hay muchas capas de cebolla alrededor de la historia original que tienen el sello de las diversas culturas. Cada cual recuerda ese hecho central adornado con comida, bebida, luces, regalos. Me sorprende  que, hoy, lo importante no es el invitado y sus padres, dejados fuera, sino el decorado. Lo relevante de esta historia dado que la divinidad se humaniza, quedó resumida maravillosamente por Pierre Teilhard de Chardin,el paleontólogo, filósofo y teólogo francés: No somos seres humanos  aspirando a  una experiencia espiritual. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Esa experiencia es convivir pacíficamente, creativamente, a lo largo de todo lo que dure nuestra navegación en este mundo.






miércoles, 16 de marzo de 2011

La gran prueba

¿Cómo saber qué es verdadero? fue la pregunta de nuestro profesor Don Onorio Ferrero en la universidad. Se hizo el silencio, el gran silencio. Un compañero que estaba en la última fila y nos sobrepasaba en edad y madurez levantó la mano y dijo: Me crié con mis padres durante siete años en un pueblito de Indochina. Un día conversé con un monje budista y le dije que me habían criado católico y cómo sabría yo si lo cristiano o lo budista  contenían lo verdadero. El monje me dijo: la verdad es lo que soporta la prueba de la experiencia. Confieso que desde ese día, en esa inolvidable clase, inicié el largo camino de no discutir sobre si esto o aquello es verdadero sino tratar de confirmarlo o negarlo desde mi propia experiencia. Sin duda, el concepto de autoridad, en las cosas humanas, aceptada ciegamente  salió por la ventana de mi vida y entró como brisa fresca la oportunidad de someter todo a la prueba de la experiencia personal.