Una noche
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25 diciembre |
El día pasa, llega la noche.
Un hombre, su mujer embarazada. Buscan posada. Nace su hijo. Ahí comenzó la
historia formidable entre tres. A partir de entonces unos reconocieron en ese
niño la presencia humanizada de la divinidad. Para otros, ese niño fue otras
cosas más como profeta, líder de masas, santo, místico, luchador social etc.
Sea como fuere, esa sencilla historia de tres ha dejado una huella indeleble en
la conciencia humana. A más de veinte siglos de distancia creo que hay muchas
capas de cebolla alrededor de la historia original que tienen el sello de las
diversas culturas. Cada cual recuerda ese hecho central adornado con comida, bebida,
luces, regalos. Me sorprende que, hoy,
lo importante no es el invitado y sus
padres, dejados fuera, sino el decorado. Lo relevante de esta historia dado
que la divinidad se humaniza, quedó resumida maravillosamente por Pierre
Teilhard de Chardin,el paleontólogo, filósofo y teólogo francés: No somos seres humanos aspirando a una experiencia espiritual. Somos seres
espirituales viviendo una
experiencia humana. Esa experiencia es convivir
pacíficamente, creativamente, a lo largo de todo lo que dure nuestra
navegación en este mundo.
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