martes, 25 de diciembre de 2012

Una noche







25 diciembre
El día pasa, llega la noche. Un hombre, su mujer embarazada. Buscan posada. Nace su hijo. Ahí comenzó la historia formidable entre tres. A partir de entonces unos reconocieron en ese niño la presencia humanizada de la divinidad. Para otros, ese niño fue otras cosas más como profeta, líder de masas, santo, místico, luchador social etc. Sea como fuere, esa sencilla historia de tres ha dejado una huella indeleble en la conciencia humana. A más de veinte siglos de distancia creo que hay muchas capas de cebolla alrededor de la historia original que tienen el sello de las diversas culturas. Cada cual recuerda ese hecho central adornado con comida, bebida, luces, regalos. Me sorprende  que, hoy, lo importante no es el invitado y sus padres, dejados fuera, sino el decorado. Lo relevante de esta historia dado que la divinidad se humaniza, quedó resumida maravillosamente por Pierre Teilhard de Chardin,el paleontólogo, filósofo y teólogo francés: No somos seres humanos  aspirando a  una experiencia espiritual. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Esa experiencia es convivir pacíficamente, creativamente, a lo largo de todo lo que dure nuestra navegación en este mundo.






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