lunes, 4 de abril de 2011

Cinco minutos

Una de las primeras pruebas para los niños es aprender a preguntar con libertad para pensar, sin temor para expresar, sin miedo a ser juzgado ridiculizado y si así lo fuere con la fortaleza para sobrevolar esa circunstancia. Preguntar y ser preguntón es parte de nuestro despertar movidos por el asombro, la sorpresa y la admiración. Conservar esa frescura toda la vida es la manifestación maravillosa de estar habitados por el espíritu del fuego. Recuerdo haber preguntado  muchas, muchas veces, desde niño, sobre aquello que me interesaba saber o que no comprendía, hasta que quedaba satisfecho al menos parcialmente. Algunas veces vi caras de sorpresa ante mis preguntas y no olvido la risita sarcástica y burlona, pero no me importó. Al cabo, el preguntar nos convierte en tontos por cinco minutos, pero el no preguntar por miedo hace que permanezcamos tontos el resto de la vida.


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