lunes, 9 de mayo de 2011

Comprendí

Un metro con noventa centímetros de estatura  y casi cien kilos de peso. Los datos de mi amigo llamado El Negro. Purgaba una sentencia de 16 años por homicidio. El Negro frecuentaba  calladamente la mínima biblioteca que había en la prisión. Un día, al final de mi práctica profesional nos encontramos y me hizo una seña. Comprendí. Tenía un libro de poesía entre abierto en  sus grandes manos. Como un bebé en su cuna vi un papelito doblado dentro del libro. Sí, ahí estaba transcrito un fragmento del poeta. Disimuladamente lo guarde en el bolsillo de mi camisa. Al despedirnos El Negro me dictó una dirección que memoricé. Pasado un par de días llegué a esa dirección y entregué el papelito a una mujer joven con un niño junto a ella. Cada vez que me despierto mi boca vuelve a tu nombre... como el marino a su puerto. ¡Si supieran los poetas como el querido Jorge Guillen que sus poemas no cambian la economía ni sirven para hacer dinero,  pero sí para mantener viva la vida de algunos seres! Ese día me gradué como Cartero, como Puente y quizá por eso escribo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuánta belleza y humanidad! Gracias