Hay cielos venturosos en nuestro
mundo para la visión nocturna de las
estrellas. Entre ellos destacan los cielos cordilleranos andinos y los cielos de nuestros desiertos. Unos por
su altura otros por la sequedad del ambiente son propicios para esa ciencia,
arte y placer indescriptible de asomarnos a ese mar cósmico sin orillas. Fue el
doctor Parodi un amigo de mi padre, astrónomo y físico, quien despertó en mí
este gusto por asomarme a nuestros cielos. Cuando me enteré de su partida, no
dudé un segundo en imaginar que su presencia nos acompaña desde esas luces
maravillosas, desde esos fueguitos
como solía decir. El maravilloso poeta árabe Hazm de Córdoba[1]
escribió hace once siglos unas líneas hermosas que son el mejor homenaje para este buen amigo -que habita en ese hermoso reino.
Pastor soy de estrellas, como si
tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas / Las estrellas en la noche son el símbolo
de
los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente /
Parece que soy el
guarda de este jardín verde oscuro del firmamento / Si
Tolomeo viviera, reconocería que soy
docto en espiar el curso de los astros.
[1] Abu Muhammad Alí Ibn Hozm
o Hazm de Córdoba, España 994-1063
dC 2. De "Sobre las señales del amor "
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