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jueves, 20 de junio de 2013

Pastor de estrellas






Hay cielos venturosos en nuestro mundo  para la visión nocturna de las estrellas. Entre ellos destacan los cielos cordilleranos andinos  y los cielos de nuestros desiertos. Unos por su altura otros por la sequedad del ambiente son propicios para esa ciencia, arte y placer indescriptible de asomarnos a ese mar cósmico sin orillas. Fue el doctor Parodi un amigo de mi padre, astrónomo y físico, quien despertó en mí este gusto por asomarme a nuestros cielos. Cuando me enteré de su partida, no dudé un segundo en imaginar que su presencia nos acompaña desde esas luces maravillosas, desde esos fueguitos como solía decir. El maravilloso poeta árabe Hazm de Córdoba[1] escribió hace once siglos unas líneas hermosas que son el mejor homenaje para este buen amigo  -que  habita en ese hermoso reino.
Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
 apacentar todos los astros fijos y planetas  / Las estrellas en la noche son el símbolo
 de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente / 
Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento  /  Si Tolomeo viviera, reconocería que soy
 docto en espiar el curso de los astros.




[1] Abu Muhammad Alí Ibn Hozm o Hazm de Córdoba, España  994-1063 dC  2. De "Sobre las señales del amor "

sábado, 5 de febrero de 2011

Adelante lentamente

Lejos de nuestro desierto esta la Cordillera de los Andes y en una porción de ella llamada Cordillera Blanca en Perú -llamada así por la abundancia de sus imponentes montañas nevadas- me encontré con un estrecho y hermoso camino de alta montaña donde pude contemplar hacia arriba la cumbre del Huascarán y hacia abajo la laguna de Llanganuco con su deslumbrante color turquesa y los vigilantes queñuales o árboles de apasionados troncos rojos. En ese lugar tome un descanso y fui sorprendido por un letrero escrito en diferentes idiomas –obra de los andinistas que acuden del mundo entero: No temas ir hacia adelante lentamente; solo teme el estarte quieto. Desde entonces guardo ese proverbio cerca de mi porque no me cabe la duda que fue escrito por hombres y mujeres que pusieron toda su energía , paciencia y pasión en cada paso que les llevaría, finalmente, a una de las cumbres más hermosas de esa gran Cordillera, símbolo de la vida misma y sus desafíos. Dato curioso es que el proverbio fue escrito en diferentes idiomas por diferentes andinistas y su origen es chino.

domingo, 1 de agosto de 2010

Leer,escribir,traducir


Mi infancia no sería la que fue sin la presencia de mi abuelo que me enseñó a leer en las hojas de diario El Pueblo y sin un maestro de literatura que me permitió ver el largo camino de la piedra áspera de las alturas cordilleranas . Bajo la suavidad intensa, perpetua, de las aguas del rio se convierte, al final del camino, en un canto rodado -que, sin perder su entereza, ofrece una suavidad como el agua misma. Leer, enseñar a leer al que no sabe. Escribir, enseñar a escribir a quien no sabe. Tareas formidables como la del canto rodado. Hay otra tarea titánica, traducir, para quien ignora, una carta de amor a otra lengua. Viene a mi mente la profesora retirada quien, en la estación central de los ferrocarriles en Rio de Janeiro, -sentada en un banquito sostenía en sus piernas una vieja máquina de escribir para dar a luz las cartas soñadas y rumiadas por los campesinos y las sirvientas –ágrafas, analfabetas- Viene a mi mente el joven Julio quien se hace cargo de la oficina de una amigo traductor sin título profesional y ahí conoce Freddy Guthman quien cobraba cinco pesos por escribirles unas cartas en inglés o en francés a cuatro o cinco prostitutas amigas que recorren la zona del puerto . Al joven Julio le parece interesante esa práctica de traducción, esa práctica de empatía psicológica con los sentimientos de las mujeres y durante un año consideró que sería cruel privarlas de ese servicio. Escribir, finalmente, es una traducción de las íntimas experiencias vividas puestas en el cauce de los vientos y en el cauce las aguas.