jueves, 30 de enero de 2014

La vida como un recreo escolar



Cuando estamos en silencio ante la vastedad del desierto surge la pregunta fundamental ¿a quién pertenezco, quién soy? Una respuesta breve, de raíz dice: soy de la tierra ,la tierra es mi patria miro al horizonte y aspiro al cielo fraterno.  Entonces, sólo entonces, se abre en el alma humana nuestra verdadera identidad. Las luchas a muerte,  desde los tiempos primigenios, se han dado para defender identidades parciales y limitadas en el espacio  -las propiedades- y en el tiempo  -pues todos los señoríos humanos pasan, los imperios se disuelven y el poderoso de hoy mañana es polvo en la historia.  Nadie es intrínsecamente lo que dice ser   ,por ejemplo en el tema de las nacionalidades, los apellidos y linajes y el grupo étnico y sus aspiraciones de superioridad. Todas esas características son frutos de mil y una circunstancias y por otras mil y una circunstancias desaparecen y desaparecerán. De ahí podemos concluir lo absurdo de las guerras fratricidas en nombre de la ideología política, grupo étnico, nacionalidad, religión o  ¡equipo de futbol! Este tema me conecta con aquella observación de Rainer María Rilke sobre nuestro vagabundeo, nuestro sobrevuelo rasante sin profundizar, nuestro devaneo intelectual sin ir a las raíces y nuestro cariño por el divertimento como actitud ante la vida, negando que hay cuestiones fundamentales:¿Es posible, que no se haya aún visto, reconocido, ni dicho nada verdadero e importante? ¿Es posible que haya habido milenios para observar, reflexionar y escribir, y que se hayan dejado transcurrir esos milenios como un recreo escolar, durante el cual se come una rebanada de pan y una manzana?


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