jueves, 11 de septiembre de 2014

Contar





Mi padre nos contaba un cuento  interminado que duró toda mi infancia. Con ese cuento aprendí mucho sobre todos los cuentos. Considero que fue la versión andina de las mil y una noches. Comenzaba donde lo dejó y lo dejó donde la ola estaba a punto de romper y así nos dormíamos. Aventura, combate, amor, paciencia, perseverancia, imaginación, buen humor,  frustración en cantidades, volver a empezar y gritos, muchos gritos de aliento al protagonista fueron nuestro coro. Mi padre nos contaba un cuento interminado que duró toda mi infancia. Hoy, bajo otros cielos y en otras tierras me encanta escuchar cuentos, leer cuentos, contar cuentos sobre el gran cuento que es la vida. ¿Qué hacen los cuentos? Los cuentos son las arañas mágicas de diferentes colores y voces que tejen los finos hilos que nos conectan a todos los humanos. Ellas son las verdaderas artífices de la red de redes y lo que hoy tenemos para comunicarnos globalmente es un remedo, una copia de su laborioso tarea: tejer. Los cuentos tejen con diferentes hilos una gran cuerda, una hermosa red que nos da soporte y nos permite caer en blandito de vez en cuando. Esa red la llaman algunos la solidaridad humana.

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