Hay una tensión
cuando conversamos sobre quién es el ser humano. Unos optan por decir que el
ser humano está deshumanizado y que hay que re humanizarlo y otros opinan que
cada cual es responsable de su humanidad
y así otras posturas. Pero cuando le preguntamos a los poetas, a los
místicos y sabios las cosas se ven un
poco diferente. Entre los sucesos, el tiempo y su pátina, el cansancio y sus huellas,
los errores ,los dolores y sus cicatrices, todo conspira para que el ser humano
sea casi imperceptible e irreconocible debajo de esa corteza, de esa hojarasca.
Mi querida Ana Kamienska escribió en su amada Polonia: Señor devuelve a las cosas su esplendor
perdido,
reviste al mar con su magnificencia de siempre
y vuelve a cubrir los
bosques con sus variados colores,
retira la ceniza de los ojos,
limpia el
amargor de las lenguas,
haz caer agua pura que se mezcle con las lágrimas,
permite
que nuestros muertos duerman en el verdor
que nuestro obstinado pesar no logre
detener al tiempo
y que el corazón de los vivos florezca con el amor.[1] Algunos objetarán si esta es una tarea para
Dios o es responsabilidad de los humanos. Mientras eso se dilucida intuyo que
cada corazón humano anhela, en el fondo de su ser, que seamos lo que estamos llamados a ser.
[1] Anna
Kamieńska: poemas
Traducción de Anna Sobieska y
Antonio Benítez Burraco. Drugie szczęście Hioba
[La segunda dicha de Job]
Petición(1974)
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