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viernes, 15 de julio de 2016

El odio

T
odo vehículo en tierra aire o mar necesita de un ser humano que lo conduzca y de algún instrumento que brinde más seguridad en la navegación, sea una brújula, un altímetro, un radar, un geo posicionador etc.
Además, viendo el factor humano, se requiere que el conductor o navegante esté en condiciones aceptables para realizar  su tarea: estar descansado, sereno, sin haber ingerido sustancia alguna que altere sus sentidos, percepciones y respuestas.
Todo lo dicho vale para la navegación pero ¿qué sucede con nosotros en la vida?    Hay un elemento que puede llevarnos al desvío y M.Puzo lo resumió admirablemente con esta expresión: "...nunca odies a tus enemigos, afecta tu juicio' Cuando odio a alguien , la fuerza del odio afecta a mi manera de ver el mundo, a los demás y a mí mismo. 
Es una responsabilidad personal no navegar por el mundo bajo el efecto del odio. El odio es tan tóxico como conducir una nave en tierra, aire o mar bajo el efecto del cansancio , del alcohol u otras sustancias. De seguro no veré puerto seguro y las consecuencias afectan no sólo a mi persona sino a innumerables seres humanos. 
Muchas decisiones tomadas por los gobernantes y las fuerzas armadas suelen ser ponderadas pero ¿qué sucede cuando se combina la fuerza letal de las armas y el odio ? Sólo las guerras que se han decidido en el siglo XXI , para no ir más lejos, tienen como ingrediente decisivo el encono ,odio y rencor descontrolado. Las consecuencias ya han afectado a millones de seres humanos y afectarán a incontables generaciones.
Aprender a manejar la fuerza telúrica del odio es una responsabilidad que hemos de aprender desde niños como se aprende a  conducir un vehículo sin dañar ni a seres humanos, animales o plantas.

sábado, 8 de febrero de 2014

Navegante

La palabra, navegante que va de boca en boca
La palabra vuela de vela en vela
La palabra surca los cielos de mares
La palabra surca los mares de cielos

Llegó el día en que la palabra se hizo papel
nació la tachadura,el borrón y el plagio

El pobre que papel no tenía 
eligió un muro  de adobe encalado
ahí dejó su palabra
llegó el sol del desierto
el frío del desierto
la arena del desierto
y cuando la palabra quedó ilegible
un samaritano repintó:
En los muros naufraga mi voz. (1)

En la isla desierta la palabra se cura
esperando el instante y volver a ser
La palabra, navegante que va de boca en boca.


(1) Inspirado por Acción poética.