sábado, 30 de marzo de 2013

Leer, amar, soñar






Hace unas horas me llegó una invitación de un Club del Libro que cumplirá 20 años de reunirse por el placer de la lectura y de la amistad. Me he preguntado ¿cómo se hace  un lector?. En la tarea, además de una mínima inclinación o predilección, esta la presencia familiar, escolar y otras circunstancias venturosas de la vida como lo que le sucedió aun buen amigo que se encontró un  libro sin tapa en un parque que le cambió la vida y lo introdujo en el reino de la lectura: Las meditaciones de Marco Aurelio. Cada cual de nosotros tiene su propia historia de cómo se hizo lector. En mi caso particular, cuenta sin duda la presencia de mi padre quien me acercó con cariño los libros para que los probara, como se echan unos granitos  de maíz a los gorriones por la mañana. A esta invitación se sumaron mis queridos profesores que circularon a lo largo de mi escuela hasta la universidad. Hoy resumo esta mínima historia con una de los comentarios de mi buen Jorge Luis Borges que más me llegan al respecto: El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el imperativo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz. Magnífica trilogía –leer, amar, soñar-  para ser cultivada cotidianamente, como se cultiva el propio cuerpo con ejercicio, la imaginación con historias y cuentos, y la amistad con acciones generosas y desinteresadas al compartir nuestras lecturas y libros.


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