Los humanos nos debemos unos a otros para
aprender qué es bueno para comer y beber, nos debemos unos a otro, pues unos
cultivan y otros producen y los últimos,
comemos de su trabajo y les retribuimos monetariamente. Es clara pues la interdependencia. Por esta razón desde
los tiempos más remotos se le atribuye
su dimensión sagrada -no sólo al
trabajo sino a los frutos de la tierra- pues todo el conjunto contribuye a
mantenernos en la vida y cumplir todos juntos nuestras tareas y misión en el
mundo. Andando en una feria artesanal popular fui encontrado por un puesto de
chocolate -hecho a mano, proveniente del
estado de Oaxaca. El chocolate en bolita, pulcramente presentado, en un
chiquigüite tejido a mano -cestito de
paja tejida- decía lo siguiente que es
un verdadero regalo: El chocolate es tan
santo que de rodillas se muele, juntas
las manos se bate y viendo al cielo se bebe.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
Mostrando entradas con la etiqueta Alimento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alimento. Mostrar todas las entradas
viernes, 29 de marzo de 2013
sábado, 23 de abril de 2011
Miguitas
Puede ser Paris, Buenos Aires, Nueva York o la Ciudad de México. Siempre he de mirar a lo alto pues estas ciudades son el sinónimo de altos, altísimos edificios. Cada edificio con sus historias, una o varias en cada piso, en cada ventana. En una de esas ventanas de un mínimo departamento vive Julio con un jardín suspendido en el aire, para su particular regocijo que lo describió así: Aquí en mi balcón del 3er. Piso tengo un árbol lleno de gorriones, grandes amigos míos desde que les desmigajo pan en la ventana. A las seis de la mañana me picotean insolentemente en las persianas, reclamando su ración. Así es la cadena amorosa de la interdependencia donde unos toman las miguitas producto del trabajo en las letras, trabajo alimentado por los lectores que a su vez se nutren unos de la docencia, otros haciendo pan o son pintores.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)