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miércoles, 6 de marzo de 2013

Si te gusta…






Nuestra vida humana esta ordenada por la invisibilidad del tiempo y lo tangible  del ,. Dentro del tema llamado tiempo encontramos numerosas frases que van en dos direcciones: no tengo edad para y   ya tengo edad para.  Es evidente que la edad es algo objetivo en ciertas circunstancias como el permitir o no permitir el ingreso de menores de edad a ciertos espectáculos o ser admitidos en determinadas instituciones. La edad es un requisito objetivo. Pero en otros ámbitos mas flexibles y hasta etéreos como los sentimientos y el amor ,el factor edad en la teoría y en la práctica tiene fronteras más dilatadas y generosas. En la blanca pared de un terreno baldío ,allá en Monterrey leí una inscripción que me hizo sonreír por su sabiduría  y su buen humor: La edad no importa, si te gusta, te gusta.  El encanto de la frase no está sólo en lo que dice sino en los diferentes significados que le podemos atribuir cada uno de nosotros der acuerdo con las circunstancias de cada cual.



sábado, 1 de diciembre de 2012

Viejos y jóvenes





                                                            

Para unos la vejez comienza a los 60 años, para algunos es cuando te jubilas o te jubilan del trabajo. Estas opiniones se construyen sobre datos arbitrarios, hasta cierto punto. Para un querido amigo escritor que en su vejez ganó el premio Nobel de Literatura y vivió su tiempo más fértil llegó el momento en que dijo :La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad. Por eso hay jóvenes de ochenta años y ancianos de veinte, treinta y cuarenta. ¿Qué hace la diferencia? La curiosidad que es  un rostro de  la eterna niñez, que se asombra, se pregunta y explora.[1]  








[1] José Saramago

sábado, 25 de diciembre de 2010

Algunas lunas

Muchas lunas han pasado, tal vez unas 732 sobre mí y me han dejado algunos de sus rayos. Digo hoy: Ya pinto canas. En el desierto navegamos. Durante el día el sol guía nuestros pasos. De noche son las lunas quienes cuidan nuestros sueños y juegan con nuestros cabellos. Al cabo de tanto juego y rejuego nos llaman pelicanos  (1) del desierto.

- Alusión a las aves y al "pelo cano"