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domingo, 30 de marzo de 2014

Caminar despacio...

GPH
La gente de nuestro desierto aprende a caminar, aprende a correr. Pasa el tiempo, nos hacemos viejos y caminamos lentamente pero el buen talante interior no nos abandona. Recordamos en cada paso la palabra de nuestros padres:  La luna camina despacio pero atraviesa el mundo...

miércoles, 23 de octubre de 2013

Plenitudes







Como decimos en el desierto ranchero, “…hay tiempos en que queremos pero no tenemos y tiempos en que tenemos pero ya no podemos. Así comentaban dos amigos viejos y viejos amigos. Lo referido al tema del tener no queda sólo en un asunto de centavos –económico- sino que se traslada a otros aspectos de nuestra humana vida. Los jóvenes tienen energía para derrochar pero les falta la experiencia de la vida -que al viejo le sobra cuando la energía física le ha abandonado. El buen Jorge Luis Borges vio más allá de su ceguera la grandeza de toda vida y anotó: La vejez no es simplemente una declinación, una pobreza. La vejez es una plenitud también, porque en la vejez entendemos las cosas.  Es alentador comprobar que cada etapa de la vida tiene su propia plenitud y es correcto decir que se ha de aspirar a ser niño pleno, joven pleno y viejo pleno.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Tipografía

¿Cómo son las dos puntas del camino? le pregunté a Roberto viejo,viejo amigo. La respuesta cierta y certera tardó en llegar pero quedó impresa indeleblemente en mi alma honrando a este viejo,viejo amigo es un viejo tipógrafo. Mi niñez fue como la clara letra impresa con la tinta china definida, perfilada. Mi vejez es la persistente caricia de la lima que va borrando los bordes de mi memoria, de mis fuerzas, hasta llegar  a lo esencial.¿Qué es lo esencial para tí? Poder decirle a la vida con gratitud: Amén o Así es.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Viejos y jóvenes





                                                            

Para unos la vejez comienza a los 60 años, para algunos es cuando te jubilas o te jubilan del trabajo. Estas opiniones se construyen sobre datos arbitrarios, hasta cierto punto. Para un querido amigo escritor que en su vejez ganó el premio Nobel de Literatura y vivió su tiempo más fértil llegó el momento en que dijo :La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad. Por eso hay jóvenes de ochenta años y ancianos de veinte, treinta y cuarenta. ¿Qué hace la diferencia? La curiosidad que es  un rostro de  la eterna niñez, que se asombra, se pregunta y explora.[1]  








[1] José Saramago