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viernes, 19 de febrero de 2016

De diablos o demonios




Decimos que los mexicanos tenemos a la muerte como la compañera, la Calaca, la Huesuda que de tan familiar bromeamos con ella, nos hace guiños de ojos y nos tomamos el pelo mutuamente.
Algo similar sucede con el Diablo, el Demonio, el Chamuco.
Pero cuando baja el tono festivo tan nuestro cabe la pregunta ¿quién es , qué es diablo?.
Hay una opinión ,una sabia opinión de Umberto Eco, quien se ha marchado hoy de nuestro mundo visible y le estoy agradecido por un cuarteto que anotó en su paso  por este mundo:
El diablo no es el príncipe de la materia,
el diablo es la arrogancia del espíritu,
la fe sin sonrisa,
la verdad jamás tocada por la duda”


martes, 31 de mayo de 2011

Presencias

Estoy sumergido en el mundo de los elementales. Uno de ellos, la luz. En castellano es femenina, la luz, Nuestra lengua da la pista. Es la madre energética de todo. Desde hace 150 mil años de homo sapiens está la luz   -como experiencia y como pregunta en medio de la vida humana. Sólo hasta hace unos 250 años comenzó el estudio científico sistemático sobre qué es la luz, cómo se manifiesta y cómo se aplica. Sin embargo, el discurso humano para comprender la naturaleza de la luz es tan antiguo como la poesía y la poesía es tan remota como la aparición del ser humano sensible y pensante en esta pequeña nave, la Tierra. Los elementales  como el agua, la tierra, el fuego, el aire y la luz se han entendido intuitivamente por la poesía y la poesía resume los hallazgos de la ciencia para los seres humanos de la calle. Les comparto lo que dijo uno de esos seres: Se podría decir que la luz, la creadora de todas las presencias es lo que produce un material, y el material está hecho para proyectar una sombra, y la sombra pertenece a la luz.[1] La poesía suele preceder a la teoría científica y a veces se nutre de ella: No hay presencias sin luz y gracias a la materia, la luz se refleja y  nombramos a las presencias que están compuestas de presencia y ausencia, es decir, la sombra.

  




[1] Louis Kahn



martes, 30 de noviembre de 2010

Conocer y conocernos

Está disponible para cualquiera que viva en nuestro desierto boreal el más hermoso escenario nocturno con la cúpula celeste desplegada en su esplendor rutilante. En estas noches cristalinas, purísimas y frías cómo no recordar a Carl Sagan cuando se sentía emparentado, hermanado, identificado con esos puntitos de luz en la oscuridad que le llevaron a decir: en realidad los humanos somos polvo de estrellas. En nuestro ser encontramos los mismos componentes que están en el cosmos desde el origen. Ahora podemos comprender la magnifica profundidad de la expresión de George Wald cuando dijo: La materia ha llegado al punto de empezar a conocerse a sí misma…El hombre es el modo en que una estrella conoce a las estrellas. Participamos realmente de ese polvo cósmico y brillamos metafórica cual estrellas nocturnas. Los poetas han dado cuenta de estas realidades científicas cuando señalan que los seres humanos sentimos ante el mar y ante el océano cósmico nocturno una profunda aspiración, identificación y hasta nostalgia…porque de esas arenas cósmicas procedemos.