sábado, 12 de marzo de 2011

Valor monetario y valor afectivo

Un maestro inolvidable, en la escuela secundaria, nos contó de su único y largo viaje al oriente, cuando tuvo dieciséis años acompañando a su padre que fue geólogo y trabajaba para una compañía mundial de entonces. Antes de volver del viaje estuvo juntando guijarritos en la orilla de un río notables por la redondez y perfección. Los metió en una bolsa de tela y le preguntó a su padre cuánto costarían. Su padre vio los guijarritos y le dijo: Mira este pequeño diamante que tiene mi anillo de boda con tu madre. Nunca me lo he quitado y hasta tiene algunos defectos por el trabajo de tantos años, sin embargo, vale más que todos los guijarritos sin imperfecciones. Pero debo admitir que el valor afectivo que le tienes a tus guijarritos puede ser mayor que el de mi pequeño diamante.

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