La gente en nuestro desierto, lo sabemos bien, es sobria como el paisaje,
llana y sentenciosa -fruto de observar largamente, meditar largamente, vivir
calladamente. Nos preguntaremos ¿a qué se deben esos rasgos?. En buena
medida es una respuesta a las grandes distancias y silencios del paisaje. Desde
hace siglos, los primeros pobladores tenían sus casas retiradas o sólo en
pequeñísimos poblados. Así lo requería una vida agrícola y ganadera organizada
en torno a los ranchos. Cada ser humano tenía a
su disposición largas horas para las caminatas, la crianza de los animales, las
siembras y todo cesaba al caer el sol. Se encendía el fogón de la casa o la
fogata al aire libre y pasaba de mano en mano el café, el tabaco y el tiempo
callado. De ahí se resume todo en una frase sabia: Nada es eterno. El
café se enfría, el humo se disipa, el tiempo pasa y la gente cambia.[1]
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
viernes, 25 de enero de 2013
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