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martes, 15 de abril de 2014

Salvarse y morirse

GPH
Hay cosas que no comprendemos a la primera leída sino a la segunda meditada, decía una vieja profesora de la  escuela secundaria en un pueblo de nuestro desierto. Un caso específico citado por ella fue la historia de : "...un hombre se salva de un naufragio en alta mar y se ahoga bebiendo un vaso con  agua en  la playa"  Paradojas de la vida, dirá alguno. Sea como fuere,nadie puede morirse ni antes ni después de su propio minuto 

lunes, 4 de febrero de 2013

Nuestra casa dentro de la casa

Casa de casas, así llamó una amiga (1) méxico-americana a su libro de memorias familiares para designar a sus ancestros y a los meses transcurridos en cada año. A partir de esa y otras lecturas de  me quedé meditando en la riqueza que el concepto casa y hogar tiene para nosotros en este desierto (2) que compartimos los naturales de Chihuahua, Texas, Nuevo México y parte de Arizona. Solemos platicar sobre la casa paterna, la casa pequeña, la gran casa y hasta elmmundo como nuestro hogar. Sin embargo no hemos de dejar fuera de esta revisión a una pequeña e importántísima casa que yo denomino como Nuestra casa dentro de la casa o Nuestra casa interior. Ese recinto amable, cálido, callado, luminoso donde podemos encontrarnos con nosotros mismos cada día y en cada momento que lo ansiamos. Ese es el pequeño gran mundo de nuestra intimidad donde creamos, soñamos, imaginamos, nos traemos a cuentas, celebramos. Nadie, ni el más pobre entre los pobres carece de esta pequeña casa interior porque llegó al mundo con nosotros. Confieso que la imagen alimentadora más remota la encuentro, en semilla, en mi niñez cuando me quedé contemplando largamente a una inmensa tortuga de la familia Galápagos que habitaba  -y aún disfruta su longeva vida-  allá en la tierra cordillerana que me vio nacer (3). Esa gran tortuga llevaba a cuestas su hermosa casa o caparazón...según me explicó mi padre.


-(1) Pat Mora
-(2) Desierto Chihuahuense o Chihuahuan Desert.
-(3) Arequipa,Perú. La tortuga vive en los amplios jardines del Hotel Libertador (Ex Hotel de Turistas)

viernes, 25 de enero de 2013

Café y humo



La gente en nuestro desierto, lo sabemos bien, es sobria como el paisaje, llana y sentenciosa -fruto de observar largamente, meditar largamente, vivir calladamente. Nos preguntaremos ¿a qué se deben esos rasgos?. En buena medida es una respuesta a las grandes distancias y silencios del paisaje. Desde hace siglos, los primeros pobladores tenían sus casas retiradas o sólo en pequeñísimos poblados. Así lo requería una vida agrícola y ganadera organizada en torno a los  ranchos. Cada ser  humano tenía a su disposición largas horas para las caminatas, la crianza de los animales, las siembras y todo cesaba al caer el sol. Se encendía el fogón de la casa o la fogata al aire libre y pasaba de mano en mano el café, el tabaco y el tiempo callado. De ahí  se resume todo en una frase sabia: Nada es eterno. El café se enfría, el humo se disipa, el tiempo pasa y la gente cambia.[1]






[1] - Inspirado por Frases Sabias de un amigo tuitero.

martes, 15 de febrero de 2011

Hemos viajado mucho

Dicen que el dinero bien habido o mal habido no se puede ocultar así como el amor. En el tema del amor, hay amor a los libros y eso no lo oculto. Les comparto una historia verdadera. Conocí a una profesora de secundaria jubilada, apasionada y enamorada lectora. Un día conversamos y fruto de esa conversación fue la siguiente escena. Llegué a un parque público un domingo por la tarde. El parque estaba visitado, entusiastamente, por familias y muchachitos y muchachitas en bicicletas. Vi a un carrito que vendía manzanas acarameladas y algodones de azúcar, otro con frutas rociadas de chile en polvo y así transcurrió la tarde .De pronto apareció un carrito similar a los anteriores guiado por mi amiga quien lo llevó lleno de diversos libros grandes, medianos y pequeños, viejitos y nuevos y con una temática variada. En su carrito estaba un pequeño cartel que decía: Hemos viajado mucho, queremos ser adoptados. Además mi amiga amarró tres globos a su carrito que le daban un aspecto festivo. Sólo quiero mencionar que así como cuando unos echan unos granitos a las palomas así poco a poco se arremolinó la gente junto a su carrito. Unos libros se fueron para no volver como regalo, otros se fueron como préstamo para volver al siguiente domingo. Esta escena la guardo y me llena de profunda felicidad. Así se hace patria y así se despierta el amor latente a la lectura, a los libros, al hábito hermoso de pensar, meditar y actuar con bien. Termino añadiendo que de esta escena fructífera nació mi participación en crear pequeños clubes de lectura.