domingo, 10 de abril de 2016

Democracia adulta

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A lo largo del año suceden procesos electorales en todos los rincones de nuestro planeta. El clamor es que los procesos estén bajo el espíritu de la transparencia y la afectiva libertad de expresión tanto para los candidatos como para los electores. Por otro lado se suele decir que las democracias pasan por etapas dentro de un proceso evolutivo que aspira a la maduración. Según esta mirada hay democracias infantes , niñas, jóvenes, adultas. ¿Cómo sería una democracia adulta? Aquella donde hay libertad y responsabilidad para elegir y ser elegido pero además gran responsabilidad. En pocas palabras, una democracia adulta será aquella donde los gobernantes de todos los niveles comprendan que:
-los electores les dieron la confianza, 
-pagan sus sueldos y en cualquier momento 
-pueden ser llamados a cuentas y que 
- si no responden a esa confianza pueden ser cesados sin esperar el fin de su servicio y les quedan dos caminos: ir a su casa o ir a prisión. 
Los ciudadanos por su lado tienen gran responsabilidad de vivir de tal manera que no pierdan autoridad moral ante sus gobernantes,es decir, que 'no exijan nada que ellos no hayan cumplido primero'. 
Esta madurez alejará de nosotros para siempre todo práctica de la autoridad como un favor que se le hace al ciudadano o lo que es peor usar de ese poder  -que se les delega-  como propio y disponer de una sola moneda del pueblo como propia. 
El ciudadano podrá vivir en paz, consciente de su gran poder comunitario que ya no tendrá vuelta hacia totalitarismo, fanatismo u oportunismo alguno por parte de gobernante alguno. Tema de otra meditación será la relación entre las democracias y los grandes poderes económicos que pretenden manejarlas como negocio propio.

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