martes, 28 de enero de 2014

Leer, conocer, desconocer




He vivido una escena conmovedora de camino a visitar a un amigo internado en una clínica. Pasé junto a una escuela primaria y pude ver a todo un salón de clase con niños en absoluto silencio absortos en la lectura. Un día anduve así, absorto en mis primeras lecturas de un viaje -que por fortuna sigue con las velas desplegadas-  en una travesía fascinante que aún no llega al puerto. Quien se inicia en la lectura tempranamente puede descubrir un modo particular de contemplar a los demás, al mundo y a la historia  -de manera gradual, casi imperceptible pues la lectura, como el arte, nos cambia. Nuestro querido Jorge Luis anotó, para nosotros, su vivencia de la lectura en los niños:

Las lentas hojas
vuelve un niño
y grave
sueña con vagas cosas
que no sabe.

Leer, curiosamente, es apuntar con una linterna que proyecta su rayo luminoso en la oscuridad …pero queda un inmenso mundo circundante en oscuridad. Por eso, hay mundos y mundos desconocidos que nos esperan.


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