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domingo, 31 de enero de 2016

Benditos los memoriosos y benditos los desmemoriados





La vida breve y fugaz ha sido pensada,sentida,descrita,cantada.
Junto a a la brevedad está nuestra habilidad para el olvido.
En la niñez y juventud no se perdona decir en el aula: no me acuerdo, lo olvidé pues ipsofacto pronunciamos una sentencia de muerte: no estudié.
Pasan los años y si digo “no me acuerdo”  “lo he olvidado” a nadie  o a casi nadie le importa y lo toman como lo más natural  -ya esta viejo, ya está vieja…
La vida es olvido y el olvido se parece al periódico: voy al kiosko, relucen los diarios  de la mañana, palidecen al medio día y se marchitan por la noche, al día siguiente envolvemos pescado en ellos y para el tercer día no recuerdo una linea  que valiera la pena. Los periódicos ,como la vida breve,  gracias al olvido dejan paso al momento presente, al instante que es el vivir.
Me parece que hay equipos en este mundo:los memoriosos y los desmemoriados. Los primeros…ya sabemos, se acuerdan del librero, de los libros, de su orden, de sus colores y en qué capítulo, página y línea está el versdículo que dice: ¡no me olvides!  Yo vivo en el segundo equipo donde  guardo una puesta de sol, el temblor de una hoja, la mirada de mi perro,la textura de la palma tibia, el aroma del café,del cedro y el naranjo,esa mirada y esa sonrisa.
Olvidar es tan sano como aprender y memorizar en otro tiempo. Olvidar es dejar paso a este instante en que puedo hilvanar estas palabras que se cuentan como “bits”  o ínfimo latido, suspiro, susurro, anhélito del alma.

 Eduardo NaranjoRecuerdo sobre la pared, 1974



lunes, 12 de enero de 2015

En los cielos y en la tierra






Cuando el año nuevo despierta es hora de ponerse en el camino pues la caravana no se detiene indefinidamente. En nuestro invierno boreal del desierto me admiro cada vez que soy testigo del paso de las grandes bandadas de patos y gansos que vienen de norte a sur en busca de cobijo y de sur a norte cuando el tiempo se suaviza. Formaciones armónicas que gozan en su vuelto y en sus alturas. Formaciones que me regalan la alegría de sus evoluciones y de esos lazos que trazan en el aire con una suerte de belleza indescriptible. Patos y gansos que me hacen un guiño y me dejan una sonrisa mientras ellos cruzan las fronteras que los humanos ponemos en tierra, sin necesidad de cargar un tanque de gasolina, llevar un pasaporte y visa, sin preocuparse de tener un manojo de dólares o pesos, ni pedir permiso en las aduanas. No necesitan aprender lengua alguna ni ser bilingües -sólo tienen la alegría de sus cantos, idioma universal. Invierno en el desierto, escenario espléndido de una vida en libertad, en los cielos azules y limpios mientras en la tierra siguen las marchas, los amores, las balas, los llantos , las maldiciones , los quebrantos y las esperanzas para alcanzar lo que parece casi inalcanzable: la convivencia de los seres humanos en paz bajo los cielos…