Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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miércoles, 21 de septiembre de 2016
Escucho
El profesor en su aula
La tarde del otoño por la ventana
La imagen del día:
"...todo tiene un corazón
y el corazón se escucha,
pum, pum, pum..."
En el cielo las primeras estrellas
En la tierra la última claridad
Sebastián, tendido de barriga
en el pequeño jardín
¿Qué haces mi´jo?
-escucho el corazón de la tierra
escucho el fuego de su corazón.
domingo, 9 de junio de 2013
El fin del mundo
Desde que el
mundo es mundo hay seres humanos empeñados en construirlo y conservarlo y otros
empeñados en destruirlo sea por las obras pequeñas de cada día o través de las
profecías -ninguna cumplida- sobre el fin de nuestro planeta hogar. Si
bien es cierto que nada ni nadie es para siempre, también nuestro hogar se
apagará cuando nuestro sol se extinga. Pero mientras eso sucede hay pequeños fin del mundo . Gabriel Zaid en su hermoso poema Reloj
de sol
nos dijo:
Hora extraña. No
es
el fin del mundo
sino el atardecer. Pero cuánto tiene de fin del mundo
el atardecer…con su nostalgia y melancolía .
miércoles, 8 de diciembre de 2010
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Julio le escribió a su querida amiga María y le mostró con palabras lo siguiente: “Quisiera poder mostrarte, por ejemplo, un atardecer en el Pont du Carroussel. Venía del Louvre con una amiga, y nos paramos a mirar Notre-Dame, lejana, entre una bruma azul.Entonces, en menos de un minuto, ocurrió el milagro, la locura absoluta. Los faroles de gas se encendieron de golpe, y la piedra de los pretiles, yo no sé por qué mezcla de aire y luz, se puso intensamente rosa. Nosotros la mirábamos mudos. Entonces vimos que la proa de la Cité y las torres lejanas habían pasado instantáneamente a un violeta profundo, ya la vez el río estaba verde, un verde lleno de oro. Yo cerré los ojos, desesperado al comprender que eso no podía durar, que esa cosa veneciana iba a degradar instantáneamente a perderse…pero duró, dos o tres minutos, el tiempo de ver subir las primeras estrellas. Nos fuimos de allí sin poder hablar, demasiado felices para decir que lo éramos”. Me asombra ese detenerse en medio de un puente suspendido sobre la nada para contemplar. Me asombra que uno llegue al lugar adecuado en el momento preciso y a eso le llamamos milagro. Los milagros nos dejan mudos. Unos de los milagros que se derraman sobre el mundo es el rosicler vespertino que suaviza a las tristezas, dolores y nostalgias humanas. Hay una cierta y precisa desesperanza al constatar que todo, comenzando por lo más hermoso es breve, fugaz, transitorio.Estamos ante la impermanencia búdica que en su brevedad nos devela el gozo de lo sublime. Lo sublime no necesita de palabras sino de silencio compartido en una silenciosa complicidad para toda la vida.
-Maria Jonquiéres de Buenos Aires
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