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jueves, 11 de junio de 2015

Los trabajos del alma


Cara de piedra, cara de palo, cara de “poker”, cara de payaso, cara de acero, cara  de yeso –y de cuanto material que sea duro- Todo ésto para referirnos al aspecto de un rostro humano. Del tierno, suave, blando, sonrosado rostro de un bebé a los rostros que se pasean por la calle o están recluidos, tendidos en una vereda, ahogados por el alcohol u otras sustancias  o con la mirada perdida a través de un cristal en un asilo…hay gran diferencia. La acumulación de experiencias y tiempo. Pese a todo ,  cada rostro humano sigue y seguirá siendo un libro abierto que podemos leer y en el que nos podemos mirar como en un espejo. Sabedor de estos finos pliegues del cuerpo y del alma humana  A.Huxley anotó breve y sabiamente: La cara no es jamás opaca del todo; el alma se muestra a través de sus muros.

lunes, 24 de febrero de 2014

¿Cómo fue?


GPH
Una pregunta maravillosa, mágica comienza así : ¿Cómo se conocieron? ...luego siguen otras ¿Dónde fue?  ¿llovía, nevaba?. Comienzos al voltear la esquina, en una cita a ciegas, levantando del suelo el papel que se le cayó despreocupadamente. Para Rudy y Lissel fue el invierno y les sucedió  lo infaltable que dice: Todo el mundo sabe que una bola de nieve en la cara es el comienzo perfecto de una amistad duradera.[1]





[1] -Inspirado por La ladrona de libros. Robert Zuzak.

miércoles, 29 de enero de 2014

De bruces




GZ / gph
Irse de bruces, tropezarse, caerse, rodar por el suelo, es una experiencia que además del dolor, la mortificación, el riesgo y la pena que conlleva   -si es en público- nos pone cara a cara con una parte descontrolada de nuestro ser, con nuestra vulnerabilidad y echa por tierra la erguida postura distintiva de los mamíferos  bípedos pensantes y sintientes. De todo lo citado me quedo con lo de irse de bruces[1]. Palabrita que significa los labios de la cara. Nuestro querido Gabriel Zaid  nos ha regalado una breve y amorosa anotación al respecto -que se antoja como echarse un clavado en el espléndido océano.

Me fui de bruces en tus ojos.
No tenían fondo





[1] Encontrarse de frente y de manera inesperada con alguien