Una amiga enfermera
con muchas horas de vuelo en la atención
de pacientes terminales me regaló un breve y luminoso texto que nos lleva a
nuestras raíces para enriquecer a nuestro presente de cara al futuro: “¿Qué hay entre las lágrimas y la boca? preguntó el pintor, mientras
pintaba el rostro de una mujer anciana. Pasado un tiempo él se respondió: la
nariz. Pregunta poco usual y respuesta poco usual. La nariz siente con el
olfato, registra el eco lejano de las lágrimas. Ese eco trae el recuerdo de la mar salada. Quizá
esta es la explicación que dice: cuanto más grande el dolor me siento inundado
por una mar de lágrimas. Antes de que
las lágrimas lleguen al puerto de la boca, el olfato anuncia que han hecho un largo
viaje desde la mar salada”.